lunes, 27 de abril de 2015

Estrella fugaz - Mind the Gap

Se abren las puertas y entro en el tren.

Sentada en una esquina está Estrella. Aunque el vagón está casi lleno, nadie se atreve a ocupar el sitio que está justo a su lado. Quizás sea por su olor, o por su ropa sucia, o porque está tan consumida, que no le quedan fuerzas para mantenerse erguida, y yace cabizbaja con el cuerpo balanceándose a merced del traqueteo del metro.

Siempre le resultó un tanto irónico el significado de su propio nombre, Estrella: un cuerpo celeste que brilla con luz propia en el firmamento. En su realidad, sin embargo, lo único que brillaba por las noches era la aguja cuando entraba punzante, empujando el jaco a través de sus venas, que avanzaba arañando, quemando, desde el brazo hasta el cerebro.

Empezó a meterse hacía tan sólo un año, pero el monstruo de la droga la había consumido tan rápido por dentro que parecía que doblaba su edad. También estaba embarazada, o eso creía, aunque no estaba muy segura de quién y en aquellos momentos tampoco importaba. Consumía tanto, que algunos enfermeros que visitaban las chabolas de vez en cuando, le habían advertido que su hijo nacería con síndrome de abstinencia. Sólo pensar en el punzante llanto de un bebé le hacía querer pegarse un tiro, pero con un poco de suerte, el siguiente pico evadiría todos los problemas.

Salgo del vagón. Ya no queda casi nadie dentro y a Estrella se le ha caído la botella de agua que llevaba en las manos. Se cierran las puertas.



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